lunes, 31 de enero de 2011

lunes, 17 de enero de 2011

Bailar Sobre Arquitectura

Bienvenidos Queridos Lectores: 
Hace unos meses cuando inicie mis andanzas por el mundo bloggeril deseaba tener un espacio que desbordara sensaciones pop, finalmente mi blog personal Starting A Cult  término convirtiéndose en algo mucho más elegiaco, no hay en él ya mucho espacio para mostrar mis nostálgicas manías, mis fascinaciones dadaístas ni locuras infantiles, por ello le pedi a USDII un espacio para colaborar en este blog, para subsanar esos traumas; lo que podrán encontrar aquí, queridos lectores, serán un montón de divagaciones cuasi inconexas sobre literatura, cine, música, pintura, teatro, gastronomía, anime, manga, panlindromos, juegos de espejos, zombies, sci-fi, merchandising, twee, viajes astrales y básicamente cualquier cosa que se me ocurra, el cielo es el límite:
Frank Churchill

Escribir sobre música es como bailar sobre arquitectura. Frase legendaria que algunos atribuyen a Frank Zappa, otros a Charles Mingus o a Laurie Anderson, y que no hace más que evidenciar lo complicado que es convertir la música en palabras, intentar definir que sentimos ante una melodía. Tal vez por eso Schopenhauer consideraba a la música como el arte de naturaleza única, el arte que está por encima de cualquier concreción, esa que transforma el lazo pictórico o el lenguaje en instrumentos de conexión inmediata con la realidad. La música está más allá de las palabras porque está más acá de los sentidos. Uno de sus principales atributos es su capacidad de evocación, su íntima relación con la experiencia de cada oyente, su tendencia a vaciarse de significado para convertirse en  lo que nosotros queramos sentir y entender. Si la literatura es sólida, la música se mueve entre lo líquido y lo gaseoso.
Tal vez ese es el motivo por el cual la literatura y la música han aceptado sus distintos objetivos e idearios. Tal vez por eso a las letras de las canciones les ha costado tanto, salvo contadas excepciones, ser consideradas alta cultura. Tal vez por eso la literatura sufra tanto al imitar el ritmo o cadencia de la música, tan próxima por otra parte a la poesía. Solo los atrevidos, los experimentales o los poetas han intentado que el idioma de la música sea también el idioma de la literatura. Al fondo a la derecha quedan Nick Drake, Bob Dylan,  Lou Reed, Joni Mitchell, Nick Cave y tantos otros músicos que si han hecho literatura.
Seguimos queriendo bailar sobre arquitectura. Tan tercos como planetas, y en este blog deseamos ofrecerles un menú íntimo y personal, con canciones literarias en múltiples idiomas (español, euskera, ingles, portugués, francés, italiano, japonés y coreano). No somos tan sentimentales como Nick Hornby, que en su excelente “31 Songs” escogió otras tantas canciones para concebir algo parecido a una autobiografía emocional. Sin embargo detrás de estas canciones están las letras de varias almas convertidas en una sola historia. Una quincena de canciones que hablan el idioma universal de la música, de la literatura y, en el mejor de los casos, de la vida.
Tom Jobim E Elis Regina - Só Tinha De Ser Com Você
Yves Montand - Les Feuilles Mortes
Serge Gainsbourg - La Chanson De Prévert
Sébastien Charluet - Violontairement
Mina - Comincia Tu
Ornella Vanoni - La Voglia Di Sognare
Joan Miquel Oliver - Sa Nuvia Morta
Billie Holiday - Solitude
Nat King Cole - The Very Tought Of You
Ella Fitzgerald & Louis Armstrong - Dream A Little Dream Of You
Charles Trenet - Que Reste-T-il De Nos Amours
Tom Waits - You Can Never Hold Back Spring
Joaquín Sabina - Amo El Amor De Los Marineros (Homenaje a Neruda)
Eufonius -  Chiisana Te no Hira (
小さなてのひら)
Ryu - My Memory

domingo, 16 de enero de 2011

El mercado de Sonora. Nacho Vegas. La zona sucia.



Letra:
Al mercado de Sonora no les conviene ir.
No. Al mercado de Sonora no les conviene ir.
A menos que quieran escuchar algunas cosas que no querrían repetir,
a menos que quieran buscar una poción milagrosa a base de sándalo y de jazmín.

O comprar agua de San Ignacio para hacer algún sucio trabajo,
O tal vez sólo quieran adquirir un precioso ojo de venado,
porque de otro modo no les conviene ir.

A menos que quieran hacer alguna limpieza de esas que no siempre salen bien.
A menos que quieran volver de allá con un amarre que no sabrían deshacer.
O tal vez quieran rendirle culto a la santísima muerte,
o sean de esos que acuden sólo para comprar un busto de San Jesús Malverde...
porque de otro modo, si no fuera así, no les conviene ir.


Canta y sé feliz. Si la quieres le das clic aquí

Gracias a @OZunando por el aporte.


Adelanto de La Zona Sucia:
(Versiones de estudio)
Perplejidad.
La gran broma final.

martes, 11 de enero de 2011

Wíniber.

Hablemos seriamente. Empecemos a sincerarnos un poco, si es que la gente sincera es seria o la gente seria es sincera, pareciera que no es así, casi podría asegurarlo, de ahí en fuera ignoro.

Nadie sabe qué le ocurría al joven Wíniber. Joven alegre y un tanto reservado pero nunca demasiado como para llamar a causa de eso atenciones. Si analizamos su situación seriamente, como lo hemos solicitado anteriormente, tenemos que decir que se cree que todo comenzó una mañana de abril, que nadie le había robado aún, porque fue ese día en el que empezó a guardar más silencio del que se suponía como persona reservada. Su abuela lo notó y le dijo "¿y ahora qué te pasa, escuincle?" a lo que Wíniber respondió con un gesto de la más exigente indiferencia.

Las personas poco serias juran por su cruz en dedos que ese día empezó todo. Pero no. Todo comenzó ocho meses antes cuando a Wíniber le brotó una lágrima de su ojo izquierdo sin que él lo pudiera prever. Lágrima fruto de la emoción cursilona provocada por la película romántica que estaba por terminar de ver, no pudo hacer más que extender su brazo derecho y mirar fijamente su dedo índice con el que se deshizo de las lagañas de su ojo derecho. Se fue a la cama sin notar que la lágrima aún colgaba de su barbilla; la diminuta lágrima se hacía cada vez más panzona mientras luchaba por no caer agarrada con fuerza de los bordes de un poro. El joven escuchó un ruido que desvió inmediatamente su mirada enérgicamente en dirección a la cocina, la lágrima salió volando y aterrizó en el suelo, se escuchó el "¡plaf!" y el cielo limpio empezó a llover. 

A su primer hijo le llamó Andrew Solo, al segundo Anakin Yorke, al tercero Bonafont, al cuarto Gateway. Wíniber nunca pudo entender cómo su abuela se atrevía a hacer esa clase de preguntas después de verlo tener 15 hijos después. Se lamentaba de sí mismo y le gritaba al mundo por qué no entendía la amargura que representa estar condenado a felicidad eterna, a una triste felicidad eterna, porque cada lágrima era un hijo, y él ya no los podía mantener.

miércoles, 5 de enero de 2011

Manera sencillísima de destruir una ciudad.



Se espera, escondido en el pasto, a que una gran nube de la especie cúmulo se sitúe sobre la ciudad aborrecida. Se dispara entonces la flecha petrificadora, la nube se convierte en mármol y el resto no merece comentario.


-Julio Cortázar. La vuelta al día en ochenta mundos.