lunes, 17 de enero de 2011

Bailar Sobre Arquitectura

Bienvenidos Queridos Lectores: 
Hace unos meses cuando inicie mis andanzas por el mundo bloggeril deseaba tener un espacio que desbordara sensaciones pop, finalmente mi blog personal Starting A Cult  término convirtiéndose en algo mucho más elegiaco, no hay en él ya mucho espacio para mostrar mis nostálgicas manías, mis fascinaciones dadaístas ni locuras infantiles, por ello le pedi a USDII un espacio para colaborar en este blog, para subsanar esos traumas; lo que podrán encontrar aquí, queridos lectores, serán un montón de divagaciones cuasi inconexas sobre literatura, cine, música, pintura, teatro, gastronomía, anime, manga, panlindromos, juegos de espejos, zombies, sci-fi, merchandising, twee, viajes astrales y básicamente cualquier cosa que se me ocurra, el cielo es el límite:
Frank Churchill

Escribir sobre música es como bailar sobre arquitectura. Frase legendaria que algunos atribuyen a Frank Zappa, otros a Charles Mingus o a Laurie Anderson, y que no hace más que evidenciar lo complicado que es convertir la música en palabras, intentar definir que sentimos ante una melodía. Tal vez por eso Schopenhauer consideraba a la música como el arte de naturaleza única, el arte que está por encima de cualquier concreción, esa que transforma el lazo pictórico o el lenguaje en instrumentos de conexión inmediata con la realidad. La música está más allá de las palabras porque está más acá de los sentidos. Uno de sus principales atributos es su capacidad de evocación, su íntima relación con la experiencia de cada oyente, su tendencia a vaciarse de significado para convertirse en  lo que nosotros queramos sentir y entender. Si la literatura es sólida, la música se mueve entre lo líquido y lo gaseoso.
Tal vez ese es el motivo por el cual la literatura y la música han aceptado sus distintos objetivos e idearios. Tal vez por eso a las letras de las canciones les ha costado tanto, salvo contadas excepciones, ser consideradas alta cultura. Tal vez por eso la literatura sufra tanto al imitar el ritmo o cadencia de la música, tan próxima por otra parte a la poesía. Solo los atrevidos, los experimentales o los poetas han intentado que el idioma de la música sea también el idioma de la literatura. Al fondo a la derecha quedan Nick Drake, Bob Dylan,  Lou Reed, Joni Mitchell, Nick Cave y tantos otros músicos que si han hecho literatura.
Seguimos queriendo bailar sobre arquitectura. Tan tercos como planetas, y en este blog deseamos ofrecerles un menú íntimo y personal, con canciones literarias en múltiples idiomas (español, euskera, ingles, portugués, francés, italiano, japonés y coreano). No somos tan sentimentales como Nick Hornby, que en su excelente “31 Songs” escogió otras tantas canciones para concebir algo parecido a una autobiografía emocional. Sin embargo detrás de estas canciones están las letras de varias almas convertidas en una sola historia. Una quincena de canciones que hablan el idioma universal de la música, de la literatura y, en el mejor de los casos, de la vida.
Tom Jobim E Elis Regina - Só Tinha De Ser Com Você
Yves Montand - Les Feuilles Mortes
Serge Gainsbourg - La Chanson De Prévert
Sébastien Charluet - Violontairement
Mina - Comincia Tu
Ornella Vanoni - La Voglia Di Sognare
Joan Miquel Oliver - Sa Nuvia Morta
Billie Holiday - Solitude
Nat King Cole - The Very Tought Of You
Ella Fitzgerald & Louis Armstrong - Dream A Little Dream Of You
Charles Trenet - Que Reste-T-il De Nos Amours
Tom Waits - You Can Never Hold Back Spring
Joaquín Sabina - Amo El Amor De Los Marineros (Homenaje a Neruda)
Eufonius -  Chiisana Te no Hira (
小さなてのひら)
Ryu - My Memory

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