martes, 29 de junio de 2010

3-5 IL

Todo esto me parece increíble, increíble y absurdo, sobre todo cuando lo pienso. Es, sin embargo, demasiado obvio, completamente claro cuando puedo hacer a un lado mi cabeza y mis preocupaciones, y entonces siento que no podría ser de otra manera, ni desearía que lo fuera. Me hastiaban tus rumbos, detesto los bancos, pero siempre quería que fuera tu voz desde tu ventanilla la que dijera “Adelante” y que fueran tus ojos los que me vieran acercándome, o que al menos fuera mi destino la ventanilla de junto, para vernos de reojo, insistente y ansiosa pero discretamente.

A diferencia de muchas personas me encantaba tener que hacer más de cinco movimientos, y me encantaba más que te tardaras. Recuerdo que me decías riendo que me odiabas porque atraía las filas largas, como si las trajera conmigo. No sé si realmente tenían alguna cosa bancaria que hacer o sólo iban a verte, como yo. Definitivamente detesto los bancos, detesto tener que visitarlos, pero cuando visitarlo se volvió sinónimo de visitarte, la verdad es que simplemente no quería salir de ahí.




Usdii agradece a I. P. S. por agilizar el proceso de entrega de esta entrada a Ror.

lunes, 28 de junio de 2010

2-5. IL

Un día, no recuerdo cómo, coincidimos en un cuento a mitad de la calle y nos sentamos en ella juntos. Me aproveché un poco del viaje, siendo tu sonrisa la culpable, te conté parte de mis historias, tú me contaste las tuyas, y juntos completamos algunas. Al final no supe ya en qué quedó la suma.

Estaba hipnotizado con tu fluidez al hablar, con la claridad de tus ideas y ese tono de voz tan especial.

-Pues esa es mi historia -me dijiste mientras me mirabas con tus ojos tristes. -Me gusta tu historia -respondí yo asombrado por lo peculiar que era, pensé en lo mucho que deseaba que se fragmentara como en Las mil y una noches, pero en vez de mil que fueran muchas, tantas que no nos alcanzaran las noches para ser contadas- aunque... la verdad preferiría que no me la contaras, prefiero, sinceramente, que escribiéramos la continuación juntos, si no es mucha molestia.

Sonreíste, no sé si porque sí era mucha molestia o porque quizás no lo era tanto. Si supieras el miedo que desde ese primer día tenía de que te fueras. Sentí el roce de tus dedos en mi mano, y después de eso, como si fuera una maldición, ya nunca pude olvidarte.






Usdii agradece a Israel por su contribución.


domingo, 27 de junio de 2010

1-5 IL

Me encontraba en su casa invirtiendo mi tiempo en ver cómo él gastaba el suyo lamentando su mala suerte. Habló, y lo escuché, durante toda la tarde. Y Lloró por horas hasta que el sueño lo venció.

Di pocos pasos de la sala al balcón. Llovía. Y yo, con la taza de café en mano y los brazos desnudos, sentía el frío de algunas gotas de agua que chocaban contra mi piel cuando el viento las lanzaba con fuerza en dirección contraria a la que solían ser lanzadas. Y pasó... lo que pasó es que me acordé de ti, bueno, me acordé del sueño, porque si no es un sueño ¿qué otra cosa puede ser?

Te conocí, y éramos solamente dos personas que se conocen como otros pares cualesquiera, y cuando te veía de lejos era probable que ni te saludara, o que cuando pasaras ni lo notara. La verdad es que no te importaba, no me importabas.


Hasta que...

jueves, 24 de junio de 2010

Aquí, recordando.

Acabo de recordar cuando hace años gané aquel concurso de ensayos. En la premiación mi papá leyó el ensayo ante el público, y los jueces le dijeron que les gustaría conocerme. Luego mi papá me cuestionó ciertos punto del ensayo porque, al parecer, me delaté un poco en él. El premio no me lo dieron, era aproximadamente la misma cantidad de dinero que me costó mi boleto para el último concierto en México de Soda Stereo en el que me encontraba en ese momento.

sábado, 19 de junio de 2010

Salvo el crepúsculo. [Fragmento].


"Me enojaré, amor mío, sin que sea por ti,
y compraré bombones pero no para ti,
me pararé en la esquina a la que no vendrás,
y diré las palabras que se dicen
y comeré las cosas que se comen
y soñaré los sueños que se sueñan
y sé muy bien que no estarás,
ni aquí dentro, la cárcel donde aún te retengo,
ni allí fuera, este río de calles y de puentes."

-Julio Cortázar.

sábado, 12 de junio de 2010

No me gusta que te hagan llorar. Ni un hoy, ni un viernes, ni un jamás.


Lo conocí un día, o dos. Resulta que con esto de la vida uno conoce mucha gente que llega a ser importante en ella, y a otros que hubiera sido mejor no conocer aunque importantes, y otros que ni importantes ni nice to meet you.

Ah, y pues se llamaba Pedro. Sí, se llamaba, porque ya murió.

Lo conocí en una tarde, o día, que llovía pero a la vez no. Con canciones y letras que la gente normal lee y escucha cuando en casa quiere llover [sin olvidar la taza de café]. A mi me gustaba porque era parte de la gente que considero normal, que no es la misma a la que tú consideras normal. A mi me gustabas por normal.

Se sentaba bajo el árbol cuyas hojas reflejaban tres colores cada que lo acariciaba el sol. Con su cabello castaño y esa sonrisa inolvidable hacía que los tres colores pasaran a segundo término para mi, hasta que eras tú quien después reflejaba tres colores. Mis favoritos, por cierto.

Yo no hacia más que fingir que me concentraba en algo más, fingía que no pensaba en ti; tal vez así lograría por fin no pensar en algo que no fueras tú, pero en realidad siempre llegaba a pensar en algo más.

Dudo que hayamos aprendido algo de nosotros juntos o por separado, en realidad nunca fuimos nosotros juntos de ninguna forma y a ningún lado, pero lo imaginé muchas veces, y se imaginaba bonito. Tal vez sólo me hiciste reafirmar que son malos los prejuicios, nunca supe si te prejuzgué. Ojalá te hubiera llegado a conocer, a realmente conocer.

El tiempo ha pasado; un par de días, un par de semanas, o un par de meses quizás serán. No sé si te llegue a extrañar, no sé si te llegue a pensar, no estoy segura de que algún día te llegue a conocer.

No sé, quizás sólo te imaginé.
Quizás nos imaginamos mutuamente.