domingo, 27 de junio de 2010

1-5 IL

Me encontraba en su casa invirtiendo mi tiempo en ver cómo él gastaba el suyo lamentando su mala suerte. Habló, y lo escuché, durante toda la tarde. Y Lloró por horas hasta que el sueño lo venció.

Di pocos pasos de la sala al balcón. Llovía. Y yo, con la taza de café en mano y los brazos desnudos, sentía el frío de algunas gotas de agua que chocaban contra mi piel cuando el viento las lanzaba con fuerza en dirección contraria a la que solían ser lanzadas. Y pasó... lo que pasó es que me acordé de ti, bueno, me acordé del sueño, porque si no es un sueño ¿qué otra cosa puede ser?

Te conocí, y éramos solamente dos personas que se conocen como otros pares cualesquiera, y cuando te veía de lejos era probable que ni te saludara, o que cuando pasaras ni lo notara. La verdad es que no te importaba, no me importabas.


Hasta que...

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