- ¡John!
Del cuarto de baño llegó un ruido desagradable y característico.
- ¿Ocurre algo? - preguntó Helmholtz.
No hubo respuesta. El desagradable sonido se repitió, dos veces; siguió un silencio. Después, con un chasquido, la puerta del cuarto de baño se abrió y apareció, muy pálido, el Salvaje.
- ¡Oye! - exclamó Helmholtz, solícito -. Tú no te encuentras bien, John.
- ¿Te sentó mal algo que comiste? - preguntó Bernard.
El Salvaje asintió.
- Sí. Comí civilización.
- ¿Cómo?
- Y me sentó mal; me enfermó. Y después - agregó en un tono de voz más bajo -, comí mi propia maldad.
(Foto: Michael Macku, Carbon print.)
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