miércoles, 19 de octubre de 2011

Born to be.

Es que me arrojo al mar porque amo al mar y el mar me corresponde, me abraza; ya no sé si sabía nadar, ya no sé si quiero nadar. Me abraza, ya no puedo respirar, y yo estiro los brazos en un esfuerzo tonto por abarcarlo, pero no puedo, el mar no está en mis manos, ni yo en las suyas, estoy inmersa en él; me hundo en él y él no lo entiende, en su inmensidad a penas lo nota, seré si acaso un cosquilleo en esas vísceras que me están quitando el aire. Me gira, me arrastra, me mueve; dime si es verdad que no lo notas, dime si soy la insignificancia que representa cualquier cosa ante tu enormidad. Como tus olas de amor que vienen y se van, y que ojalá nunca se fueran, o se fueran para siempre para que mínimo en la tranquilidad de esas aguas mansas pudiera remarte, como esas olas vengo yo y me voy, y ojalá me fuera para siempre o no me fuera nunca, olas que me expulsan, que me dejan en la orilla y que la ingenua evade por completo y se vuelve a adentrar en ese mar, tu mar, tú, mar.

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