martes, 6 de diciembre de 2011

Alguien te escribió algo.


Podría escribirte cualquier cosa, yo también habito en un mundo de nadas, y de esperas de sol. Te propongo algo, te escribiré como si te conociera, aunque no te conozca, pero te llegue  a saber más de lo que me sé yo. Los remedios se me dieron sin querer, aunque tuve que incendiarme para ellos, no creas mucho en los resultados, nunca acabas mal, pero acabas como iniciaste, ya sabes, la tortura de constantemente iniciados. 



No te pretendas salvar, no estamos salvados, de todas formas ese tacto te servirá para pintar, todo aquello que tienes como anhelado. Yo te entiendo porque te entiendes, yo te amo porque te amas, y también te sé consciente de lo pronta que estás a romper tu capricho de narcisismo. En esos espejos no hay seguridad, y más vale que te vayas planeando. 



Levántate el pelo, píntate los labios, pon jazz, y acércate, acércate a tu París, y no te luches frente al reflejo, déjate así. Con esa mirada, con esa devoción, con esa hambre de bocas, un beso, redención. 



Aprende a contenerte en eternidades, en ese cigarro, en esa copa, en el oleo del momento, en el preciso color. Atrévete a reír descarada, y prolonga un minuto de manos a una infinidad que no requiera de explicación.



Mantente contenida en el constante qué sé yo. Y sé tú la primera en pronunciar, mañana todos sabrán que fuiste aquella de palabra, de título, la precisión de quien sabe y no teme nombrar.


-Alguien que me escribió algo.

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